Avril es una niña rosarina de 4 años que desde hace 11 meses se encuentra en estado de coma. Si bien los médicos de los varios hospitales de Rosario y Buenos Aires por los que pasó no tienen en claro cuál es la causa, el Padre Ignacio se tomó la libertad de decirles a sus padres “Quédense tranquilos, Avril va a despertar”.
Hoy los medios locales y nacionales se ocupan del debate sobre hasta dónde debe llegar la esperanza, hasta cuándo vale la pena esperar antes de tomar la terrible decisión de desconectar a un ser querido de los aparatos de soporte vital. Y es que hace mucho que Argentina se debe un debate como corresponde sobre la eutanasia y el derecho a una muerte digna.
Pero, por mi parte, este caso me lleva también a pensar en cómo cualquiera puede decir cualquier cosa si lleva puesto un cuello clerical. ¿Qué le da a Ignacio Peries el derecho de afirmar con toda confianza que esa niña va a estar bien? Porque una cosa es una palabra de apoyo, un deseo positivo por parte de familiares, amigos, conocidos o simplemente gente que le desea lo mejor a esta familia, y otra muy distinta es la afirmación concreta y tajante de parte de alguien que asegura tener un contacto directo con ese ser mitológico todopoderoso cuyos seguidores llaman Dios. Si Peries asegura que la nena se va a despertar, a los oídos de sus padres suena como a “Dios me lo dijo”, o “yo lo sé porque conozco los designios de Dios” o algo así. Dar falsas esperanzas de esa forma es, lisa y llanamente, cruel.
Hoy los medios locales y nacionales se ocupan del debate sobre hasta dónde debe llegar la esperanza, hasta cuándo vale la pena esperar antes de tomar la terrible decisión de desconectar a un ser querido de los aparatos de soporte vital. Y es que hace mucho que Argentina se debe un debate como corresponde sobre la eutanasia y el derecho a una muerte digna.
Pero, por mi parte, este caso me lleva también a pensar en cómo cualquiera puede decir cualquier cosa si lleva puesto un cuello clerical. ¿Qué le da a Ignacio Peries el derecho de afirmar con toda confianza que esa niña va a estar bien? Porque una cosa es una palabra de apoyo, un deseo positivo por parte de familiares, amigos, conocidos o simplemente gente que le desea lo mejor a esta familia, y otra muy distinta es la afirmación concreta y tajante de parte de alguien que asegura tener un contacto directo con ese ser mitológico todopoderoso cuyos seguidores llaman Dios. Si Peries asegura que la nena se va a despertar, a los oídos de sus padres suena como a “Dios me lo dijo”, o “yo lo sé porque conozco los designios de Dios” o algo así. Dar falsas esperanzas de esa forma es, lisa y llanamente, cruel.
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Ignacio y sus famosas "sanaciones" |
Sin duda todos deseamos que Avril se recupere y su familia se olvide lo más pronto posible de toda esta odisea, pero ¿qué pasaría si tal cosa no llega a suceder? ¿En qué quedarían las palabras del sacerdote? En nada, porque cuando los que hacen profecías aciertan son “seres de luz que nos manda Dios” o cosas así, pero cuando la bola de cristal les falla nadie les reclama nada.
¿Qué periodista se arriesgaría a desafiar a los muchos miles de fans del Padre Ignacio haciéndole alguna pregunta incómoda como, por ejemplo: “si es cierto que tiene un “don” o que es un “instrumento de Dios”, porqué no se acerca a despertarla usted mismo”? Seguramente ninguno; al Padre Ignacio no se le discute ni se lo cuestiona.
¿Qué periodista se arriesgaría a desafiar a los muchos miles de fans del Padre Ignacio haciéndole alguna pregunta incómoda como, por ejemplo: “si es cierto que tiene un “don” o que es un “instrumento de Dios”, porqué no se acerca a despertarla usted mismo”? Seguramente ninguno; al Padre Ignacio no se le discute ni se lo cuestiona.