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Channel: Popurrí Escéptico
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La culpa es de las mujeres.

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Sacerdotes, curas, obispos, papas, rabinos, imanes, y tantos otros líderes o representantes religiosos que parecen salidos del Pleistoceno, salen a decirles a los demás cómo deben vivir sus vidas y decretar si lo que hacen está bien o mal, cuando carecen de los conocimientos y la autoridad moral necesaria para empezar a opinar. Lo lamento por aquellos que los siguen, pero realmente cansa que se quieran meter en la vida de quienes no tienen nada que ver con ellos ni con sus religiones. Si hiciera un post por cada religioso que sale a decir idioteces, tendría que pasarme todos los días escribiendo y seguramente tendría blog para rato. Algunos, sin embargo, valen la pena más que otros por la discriminación, el odio y la violencia que sus dichos generan o justifican, o simplemente por lo ignorantes. O por todo lo anterior.

El mejor amigo de las mujeres.
Tal es el caso del párroco italiano Piero Corsi, para quien la violencia contra las mujeres se debe a que éstas usan ropas provocadoras, son "arrogantes y se creen autosuficientes", y descuidan el orden y la higiene del hogar. Ah, y en lugar de pasarse el día cocinando para sus maridos, compran comida rápida. La creencia popular de que la violencia es culpa de quien la ejerce, en este caso el hombre, es culpa de "una prensa fanática y desviada". Lo mismo dice respecto los abusos sexuales y la infidelidad. Todo es culpa de las mujeres. Estas opiniones se leen en un cartel que el buen hombre colgó en la puerta de su iglesia. 

¿Qué pasaría si los gobiernos estuvieran de acuerdo con estos criterios? No hace falta imaginar mucho: viviríamos como en los países donde las religiones mandan, en los que las mujeres no pueden salir a la calle sin cubrirse de pies a cabeza, ni manejar vehículos, ni viajar sin autorización de sus maridos, ni acceder a educación universitaria, y si son sospechadas de adúlteras, reciben penas de cárcel o muerte.

A los pocos días de publicarse sus declaraciones, don Corsi tuvo que renunciar a su cargo, algo bastante raro entre los sacerdotes que cometen estos sincericidios. Según dijo, el remordimiento no lo dejaba dormir, pero supongo que en poco tiempo lo veremos a cargo de algún otro ministerio.

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